Trastorno por Déficit Atencional e Hiperactividad (TDAH): Comprender para Acompañar Mejor
- Centro Rumbos
- 1 ago
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Trastorno por Déficit Atencional e Hiperactividad (TDAH): Características, Diagnóstico y Prevalencia
El Trastorno por Déficit Atencional e Hiperactividad (TDAH) es una condición neurobiológica del neurodesarrollo que suele manifestarse antes de los siete años y que, en la mayoría de los casos, presenta un curso crónico. Se caracteriza por dificultades en la atención sostenida, hiperactividad motora, impulsividad, baja tolerancia a la frustración, reactividad emocional, distractibilidad y problemas en la autorregulación emocional. Asimismo, pueden observarse irritabilidad, cambios constantes de actividad y dificultades en la organización y ejecución de tareas (Serón & Rodríguez, 2017).
Según Espina y Ortego (2016), los síntomas nucleares del TDAH son el déficit atencional, la hiperactividad y la impulsividad. A estos se suman manifestaciones asociadas que impactan significativamente en la calidad de vida del niño o niña, tales como problemas de conducta, dificultades de aprendizaje, baja autoestima, alteraciones emocionales y desafíos en las relaciones sociales y familiares.
Diagnóstico: un proceso riguroso y multidimensional
El diagnóstico del TDAH debe realizarse de manera integral y cuidadosa. De acuerdo con el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), se requiere una entrevista clínica detallada con padres o cuidadores, una evaluación médica para descartar otras condiciones y la observación del comportamiento del niño en distintos contextos (American Psychiatric Association, 2013). Esto es fundamental, ya que muchos de los síntomas pueden confundirse con conductas propias del desarrollo típico o con otras problemáticas emocionales.
Desde una perspectiva psicodinámica, el TDAH también puede entenderse como una alteración en las funciones yoicas: atención, funciones ejecutivas, regulación emocional, control de impulsos, sentido de realidad y capacidad de integración (Gabbard, 2002). Estas dificultades se expresan en niños que muestran baja tolerancia al malestar, dificultad para calmarse por sí mismos, problemas en la percepción de señales emocionales del entorno y en la construcción de un autoconcepto positivo. Además, no es infrecuente observar estilos de apego inseguros, ambivalentes o desorganizados que agravan la desregulación emocional y conductual.
La importancia de la evaluación neuropsicológica
La evaluación neuropsicológica cumple un rol clave en el diagnóstico certero del TDAH y en la planificación de estrategias de intervención. Este proceso permite conocer en profundidad el funcionamiento cognitivo, emocional y conductual del paciente a través de entrevistas clínicas, observación directa y pruebas estandarizadas.
Entre las áreas que se evalúan se encuentran:
Atención sostenida y selectiva
Memoria de trabajo y memoria a corto plazo
Control inhibitorio y manejo de la impulsividad
Funciones ejecutivas (planificación, organización, flexibilidad cognitiva)
Regulación emocional y autorregulación conductual
Este enfoque permite no solo confirmar o descartar el diagnóstico de TDAH, sino también identificar las fortalezas y debilidades del niño, lo cual es esencial para orientar el tratamiento de forma personalizada. Además, promueve el trabajo colaborativo entre el equipo clínico, la familia y el entorno escolar, favoreciendo intervenciones más eficaces y contextualizadas (Barkley, 2015).

Prevalencia y subtipos del TDAH
El TDAH es uno de los trastornos del neurodesarrollo más prevalentes a nivel global. Se estima que afecta entre el 2% y el 5% de los niños en edad escolar en el mundo, mientras que en Chile su prevalencia alcanza el 6,2% entre estudiantes, especialmente en el grupo de 6 a 9 años (Serón & Rodríguez, 2017).
Según estudios longitudinales, más del 80% de los casos diagnosticados en la infancia persisten en la adolescencia, y entre un 30% y 65% continúan en la adultez (Espina & Ortego, 2016). Existen tres subtipos de TDAH:
Tipo inatento (34%)
Tipo hiperactivo/impulsivo (13%)
Tipo combinado (52,2%), siendo este último el más frecuente
Además, la prevalencia es mayor en niños que en niñas, con una proporción estimada de 2,5 a 1. Mientras los varones tienden a manifestar más conductas hiperactivas e impulsivas, las niñas presentan con mayor frecuencia dificultades atencionales, lo que puede llevar a un subdiagnóstico en este grupo.
Fortalecer habilidades sociales: una herramienta esencial para el bienestar
Es fundamental entregar herramientas concretas a niños y niñas con TDAH para que puedan desarrollar su potencial, fortalecer su autoestima y aprender a manejar sus emociones y conductas en distintos contextos. Una de las áreas más sensibles suele ser la social: con frecuencia, estos niños enfrentan desafíos para integrarse, resolver conflictos o mantener vínculos positivos con sus pares.
En este sentido, los talleres de habilidades sociales representan una instancia altamente beneficiosa. A través de actividades lúdicas y situaciones simuladas, los participantes aprenden estrategias de autorregulación, comunicación asertiva y manejo de la frustración en un entorno seguro, guiado por profesionales especializados.
En Centro Rumbos contamos con talleres diseñados especialmente para niños y adolescentes, con grupos reducidos y una propuesta psicoeducativa centrada en el desarrollo emocional y relacional. Si estás buscando un espacio donde tu hijo o hija pueda fortalecer sus habilidades sociales y emocionales, te invitamos a conocer nuestras alternativas.
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