Ghosting: cuando el silencio hiere más y se convierte en respuesta
- Centro Rumbos
- 17 sept
- 3 Min. de lectura

¿Te ha pasado que estabas conversando con alguien, todo parecía fluir, y de un día para otro… silencio absoluto? Sin una explicación, sin un “hasta aquí llegamos”, sin un simple “no quiero seguir”. Solo un vacío que genera ansiedad, dudas y hasta la necesidad de revisar mil veces el chat para entender qué pasó. Ese silencio, lejos de ser inofensivo, se siente como una forma de agresión invisible: te deja en la incertidumbre, con un nudo en el estómago y la mente dando vueltas.
Ese fenómeno tiene nombre: ghosting. Y sí, se ha vuelto tan común que hoy muchos lo reconocemos casi como una etapa incómoda de las relaciones en tiempos de redes sociales. En un mundo donde conocer personas es tan rápido como deslizar un dedo, también se ha vuelto más fácil tratar a los demás como si fueran desechables.
¿Qué es el ghosting?
El ghosting se llama así porque convierte a la otra persona en un fantasma digital: alguien que estaba presente, compartía mensajes, risas y planes, y de pronto desaparece sin dejar rastro. Ese fantasma no solo nos ignora, sino que sigue habitando nuestra mente con preguntas sin respuesta. Su ausencia se convierte en una presencia dolorosa que puede herirnos profundamente, porque nos deja atrapados entre la ilusión de lo que parecía construirse y el vacío que deja su desaparición.
El ghosting ocurre cuando alguien corta toda comunicación de manera repentina, desaparece y se convierte en un “fantasma digital”. Y en ese desaparecer se lleva consigo algo más: la posibilidad de dar sentido a lo vivido.
De pronto, pasas de una conversación entretenida a cuestionarte si dijiste algo mal, si la otra persona tuvo un problema, o si todo fue solo una ilusión. Como explica Viktor Frankl: “la búsqueda de sentido es la motivación primaria del ser humano”. Y cuando no encontramos ese sentido, la incertidumbre puede doler más que una despedida clara.
Incluso la ciencia lo respalda. Un estudio publicado en el Journal of Social and Personal Relationships (Freedman et al., 2019) encontró que el ghosting no solo genera dolor en el momento, sino que también erosiona la confianza para establecer vínculos futuros, aumentando la inseguridad relacional.

¿Por qué alguien recurre al ghosting?
Aunque pueda sentirse cruel, no siempre se trata de maldad. Muchas veces el ghosting refleja una incapacidad emocional para afrontar situaciones incómodas. Entre las razones más frecuentes están:
Evasión del conflicto: evitar conversaciones difíciles.
Miedo al rechazo: temor a las reacciones o a sentirse culpable.
Inseguridad personal: dificultad para gestionar las propias emociones.
Desinterés progresivo: pérdida de motivación en la relación, sin saber cómo decirlo.
El impacto en quien lo recibe
Aunque se trate de alguien que conocías hace poco, el golpe es real. No es “solo el ego”, es la autoestima la que queda tocada. Ese silencio puede reactivar heridas más profundas, como la sensación de no ser visto, valorado o considerado. Por eso, cuidarnos y proteger nuestras emociones se vuelve clave para mantener relaciones más sanas y conscientes.

¿Cómo afrontar el ghosting?
Aceptar la realidad: entender que el silencio también es una respuesta. Si alguien no puede dar la cara, quizás no era la persona adecuada para ti.
Evitar culparte: el ghosting habla más de las carencias del otro que de ti.
Expresar lo que sientes: escribir, hablar con alguien de confianza o trabajarlo en terapia ayuda a procesar el dolor.
Revisar tus límites: pregúntate qué estás dispuesto a aceptar. Si alguien te ignora o no te considera, no es ahí donde deberías invertir tu energía.
Y si alguna vez fuiste tú el que hizo ghosting…
Es momento de reflexionar. No pasa nada si decides no continuar con alguien, pero dar la cara siempre será un acto de respeto. Un simple “no quiero seguir” puede cerrar un ciclo y evitarle al otro horas de dudas y dolor innecesario. Puede que sea incómodo, pero también es honesto, y la honestidad fortalece tanto a la otra persona como a ti mismo.
Porque, al final, aunque el ghosting se haya normalizado, lo que realmente necesitamos para construir vínculos más humanos es simple: claridad, respeto y empatía.
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