¿Deben los menores usar redes sociales? Australia ya tomó una decisión.
- Centro Rumbos

- 13 jul
- 5 Min. de lectura
En una era de hiperconexión constante, hemos confundido libertad digital con abandono. Pero el avance de legislaciones como la australiana nos obliga a enfrentar una pregunta urgente y profunda: ¿hasta qué punto vamos a seguir permitiendo que plataformas diseñadas para captar atención gobiernen silenciosamente el desarrollo emocional, mental y social de toda una generación?

En la era digital, las redes sociales se han integrado profundamente en la vida cotidiana, modificando la forma en que nos comunicamos, accedemos a la información y construimos nuestras relaciones. Si bien estas plataformas ofrecen múltiples beneficios, también han generado efectos negativos significativos, especialmente en los adolescentes, quienes constituyen uno de los grupos más vulnerables. El uso excesivo y sin regulación de aplicaciones como Instagram, TikTok, Facebook o Twitter ha contribuido al deterioro de la salud mental, la disminución de la autoestima, el aislamiento social y una visión distorsionada de la realidad. Esta preocupación fue ampliamente abordada en el documental The Social Dilemma (Netflix, 2020), donde varios ex ejecutivos de empresas como Google, Facebook y Twitter reconocen que conocen tan bien los mecanismos adictivos de estas plataformas que no permiten que sus propios hijos las usen. Los algoritmos, diseñados para maximizar el tiempo de permanencia, generan dependencia emocional, alteraciones del estado de ánimo y afectan el desarrollo psicosocial. Lo que en su momento parecía una advertencia alarmista hoy se refleja en políticas concretas: en 2024, Australia se convirtió en uno de los primeros países en restringir legalmente el acceso a redes sociales para menores de 16 años. Comprender y enfrentar estos impactos es un desafío urgente para construir una sociedad digital más consciente, segura y saludable.

Una legislación pionera
En un paso sin precedentes, el gobierno australiano aprobó la Online Safety Amendment (Social Media Minimum Age) Act 2024, una legislación que obliga a plataformas como TikTok, Instagram, Snapchat, Facebook y X (antes Twitter) a implementar sistemas de verificación de edad verdaderamente efectivos. Estas empresas estarán legalmente obligadas a impedir que menores de 16 años creen o mantengan cuentas activas. El plazo para la implementación total de esta normativa vence en diciembre de 2025, y el incumplimiento podría acarrear multas de hasta 49,5 millones de dólares australianos.
Esta decisión se fundamenta en una creciente evidencia científica que alerta sobre los riesgos del uso intensivo de redes sociales durante la adolescencia temprana, una etapa clave para el desarrollo de la identidad personal, la autorregulación emocional y las funciones ejecutivas del cerebro.
Ansiedad, insomnio y baja autoestima: el daño silencioso de las redes en adolescentes.
Numerosos estudios han identificado consecuencias negativas en el bienestar emocional y cognitivo de niños y adolescentes asociadas al uso prolongado de redes sociales:
Un metaanálisis publicado en JAMA Pediatrics (2022) concluyó que el uso frecuente de redes sociales se relaciona con síntomas depresivos y ansiedad, particularmente en adolescentes con baja autoestima.
Investigadores de la Universidad de Stanford y la Universidad de Pensilvania (2019) vincularon el uso intensivo de Instagram y Snapchat con trastornos del sueño, dificultades de concentración y bajo rendimiento académico.
Un estudio longitudinal publicado en The Lancet Child & Adolescent Health (2019) evidenció que la exposición diaria a redes sociales aumenta el riesgo de dismorfia corporal y baja autoestima, especialmente en niñas entre los 11 y los 15 años.
Investigaciones del Child Mind Institute destacan que el diseño adictivo de estas plataformas activa los circuitos de recompensa del cerebro, elevando la vulnerabilidad a la adicción digital en cerebros en desarrollo.

Más allá de la censura: un acto de cuidado
Cabe señalar que no todas las aplicaciones están incluidas en esta regulación. YouTube, WhatsApp y plataformas educativas como Google Classroom han quedado exentas, al considerarse de uso funcional o pedagógico. Sin embargo, el gobierno australiano anunció que evaluará casos específicos como YouTube Shorts, dado su formato similar a TikTok y su alto potencial adictivo.
Lejos de ser una medida de censura o rechazo a la tecnología, esta legislación busca establecer límites responsables, acordes con el desarrollo emocional y cognitivo de niñas, niños y adolescentes. En una era hiperconectada, regular no es prohibir, sino cuidar, priorizando el bienestar psicológico y social por sobre el consumo ilimitado.
Una preocupación global: la salud mental infantil bajo presión. Francia, EE. UU. y China ya avanzan en regulaciones que limitan el uso de redes sociales en adolescentes.Proteger a los menores del impacto digital dejó de ser una opción: es hoy una prioridad internacional.
Australia no está sola. Otros países han comenzado a implementar políticas restrictivas o reguladoras del uso de redes sociales en menores. En Francia, por ejemplo, se aprobó en 2023 una ley que exige consentimiento parental para que los menores de 15 años tengan redes sociales. En Estados Unidos, varios estados como Utah y Arkansas han promulgado leyes que limitan el acceso de los adolescentes a plataformas sociales sin supervisión parental. Incluso en China, el gobierno ha impuesto límites estrictos de tiempo en línea y contenidos accesibles para menores.
Estas medidas reflejan una preocupación transversal: el impacto real que las redes están provocando en la mente, las emociones y las dinámicas familiares, con efectos potenciales sobre el desarrollo de la personalidad y la salud mental a largo plazo. Autores como Jean Twenge (psicóloga e investigadora de la Universidad Estatal de San Diego) han advertido que la generación que creció con redes sociales desde edades tempranas muestra mayores niveles de ansiedad, aislamiento y dificultades para sostener vínculos profundos. Twenge y otros expertos cuestionan qué tipo de sociedad futura estamos formando, si el desarrollo emocional se ve cada vez más mediado por algoritmos.
Como advirtieron con claridad los mismos desarrolladores entrevistados en The Social Dilemma, si quienes diseñaron los algoritmos no permitirían que sus hijos usen las plataformas que ellos mismos crearon, ¿por qué habríamos de normalizarlo nosotros como sociedad?La respuesta parece estar emergiendo en forma de políticas públicas que no apuntan a prohibir, sino a proteger, anticipando las consecuencias de una revolución tecnológica que recién estamos empezando a comprender en toda su magnitud.
Fuentes:
Assemblée Nationale. (2023). Loi visant à instaurer une majorité numérique et à lutter contre la haine en ligne. https://www.assemblee-nationale.fr
Australian Government. (2024). Online Safety Amendment (Social Media Minimum Age) Act 2024. https://www.legislation.gov.au
BBC News. (2021). China limits children’s online gaming to three hours per week. https://www.bbc.com/news
Child Mind Institute. (2020). Social media and self-doubt. https://childmind.org
Giedd, J. N. (2015). The teen brain: insights from neuroimaging. Journal of Adolescent Health, 52(2), S2–S6.
Hunt, M. G., Marx, R., Lipson, C., & Young, J. (2018). No more FOMO: Limiting social media decreases loneliness and depression. Journal of Social and Clinical Psychology, 37(10), 751–768.
Kelly, Y., Zilanawala, A., Booker, C., & Sacker, A. (2019). Social media use and adolescent mental health: Findings from the UK Millennium Cohort Study. The Lancet Child & Adolescent Health, 3(11), 685–696.
Keles, B., McCrae, N., & Grealish, A. (2022). A systematic review: The influence of social media on depression, anxiety and psychological distress in adolescents. JAMA Pediatrics, 176(5), 512–520.
Orlowski, J. (Director). (2020). The Social Dilemma [Documentary]. Netflix.
State of Utah. (2023). Social Media Regulation Act. https://le.utah.gov
Twenge, J. M. (2017). iGen: Why today’s super-connected kids are growing up less rebellious, more tolerant, less happy – and completely unprepared for adulthood. Atria Books.


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