"Aprender a convivir: la importancia de fortalecer las habilidades sociales en los adolescentes"
- Centro Rumbos

- 17 jul
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La adolescencia es una etapa de profundos cambios físicos, emocionales y sociales. Es durante este periodo que los jóvenes comienzan a definir su identidad, establecer relaciones significativas y enfrentar nuevos desafíos académicos, familiares y personales. En este contexto, las habilidades sociales juegan un rol fundamental para su bienestar y desarrollo integral.

Las habilidades sociales se aprenden y son fundamentales para interactuar de forma efectiva y adecuada con los demás en diversos contextos. Vivir en sociedad requiere desarrollar capacidades como iniciar y mantener conversaciones, expresar emociones de manera apropiada, resolver conflictos, tomar decisiones, trabajar en equipo y demostrar empatía. Según Goldstein y McGinnis (1997), las habilidades sociales son “conductas específicas que permiten a un individuo desempeñarse de manera competente en situaciones sociales”.
Como plantea Albert Bandura (1977) en su teoría del aprendizaje social, las habilidades sociales no son innatas, sino que se desarrollan a lo largo de la vida. Según este enfoque, las personas adquieren nuevas conductas observando a otros y modelando sus respuestas —un proceso conocido como modelado o modeling.
Esto significa que niños, niñas y adolescentes aprenden comportamientos sociales observando a figuras significativas como padres, cuidadores, profesores, compañeros o referentes del entorno. Por tanto, el contexto social tiene un rol fundamental en la formación de estas habilidades: los modelos que ofrece influyen directamente en la manera en que se comunican, se autorregulan y resuelven conflictos.
En este sentido, promover entornos saludables, respetuosos y estimulantes favorece el desarrollo de competencias sociales positivas, reforzando el aprendizaje por observación y la internalización de conductas prosociales.
Además, gracias a la plasticidad del cerebro, estas habilidades pueden reforzarse o modificarse en cualquier momento, lo que implica que nunca es tarde para aprender a relacionarse mejor.
Beneficios de estimular estas habilidades en la adolescencia
Trabajar activamente el desarrollo de habilidades sociales en la adolescencia mejora la calidad de las relaciones interpersonales, fortalece la autoestima y favorece la adaptación a los distintos entornos. También ayuda a prevenir conductas de riesgo como el acoso escolar, la violencia, el aislamiento social o el consumo de sustancias. A través del desarrollo de la empatía, la escucha activa, la regulación emocional y la comunicación asertiva, los adolescentes adquieren herramientas para enfrentar situaciones complejas con mayor seguridad y bienestar.

Numerosos estudios han demostrado que los programas de entrenamiento en habilidades sociales generan mejoras sostenidas en la conducta, el estado de ánimo y la integración social de los adolescentes (Spence, 2003). Estos espacios permiten que los jóvenes se expresen, compartan experiencias y aprendan de manera práctica, generando vínculos positivos y aumentando su confianza en sí mismos.
Una invitación a fortalecer el desarrollo socioemocional
En conclusión, las habilidades sociales son esenciales para el desarrollo saludable de los adolescentes, y es tarea de las familias, las escuelas y los profesionales brindar oportunidades para su aprendizaje y práctica. Invertir en su desarrollo no solo mejora la convivencia y la salud mental en el presente, sino que sienta las bases para una adultez más plena, autónoma y respetuosa.
En el Centro Rumbos, contamos con talleres grupales especialmente diseñados para adolescentes, guiados por profesionales del área de la psicología, que promueven el desarrollo de habilidades sociales, emocionales y comunicativas. Si deseas más información o quieres inscribir a un adolescente en alguno de nuestros talleres, te invitamos a contactarnos y ser parte de esta experiencia de crecimiento personal y relacional.
Referencias:
Bandura, A. (1977). Social Learning Theory. Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall.
Goldstein, A. P., & McGinnis, E. (1997). Skillstreaming the Adolescent: New Strategies and Perspectives for Teaching Prosocial Skills. Research Press.
Spence, S. H. (2003). Social skills training with children and young people: Theory, evidence and practice. Child and Adolescent Mental Health, 8(2), 84–96.


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