Uso excesivo del celular, dependencia y efectos en el cerebro.
- Contacto Centro Rumbos
- 51false20 GMT+0000 (Coordinated Universal Time)
- 5 Min. de lectura

Por Centro Rumbos
El uso excesivo del celular y de los teléfonos inteligentes se ha vuelto parte de múltiples aspectos de la vida diaria: como el trabajo, los estudios, la vida social, los trámites y las relaciones personales. Su presencia constante establece patrones de comportamiento que moldean la rutina de las personas en la actualidad. Sin embargo, detrás de este uso cotidiano también se activan mecanismos cerebrales profundos relacionados con la recompensa, el autocontrol y la regulación emocional.
Aunque el celular, en la actualidad, forma parte esencial del día a día, cuando su utilización se vuelve desmedida pueden aparecer patrones semejantes a las adicciones conductuales, afectando la salud mental, la regulación emocional y el funcionamiento del cerebro. La investigación científica reciente demuestra que la dependencia al smartphone no es simplemente un hábito moderno, sino un fenómeno neuropsicológico con bases biológicas claras.
Los estudios han evidenciado que el uso excesivo del celular altera procesos cerebrales vinculados con la recompensa, el control inhibitorio, la atención y la autorregulación emocional, generando comportamientos compulsivos difíciles de revertir sin acompañamiento profesional. Lo que afecta al cerebro impacta directamente en las emociones, la estabilidad psicológica y el bienestar general.
Uno de los trabajos más relevantes es el estudio de Schmitgen et al. (2025), que demostró que incluso una restricción breve del smartphone,solo 72 horas, genera cambios significativos en la reactividad neural, aumentando el craving (deseo intenso), la impulsividad y la necesidad compulsiva de revisar el teléfono. Estos hallazgos confirman que la dependencia al celular tiene raíces tanto psicológicas como neurobiológicas.
Comprender estos procesos nos ayuda a dimensionar la importancia de promover un uso más consciente, equilibrado y saludable de la tecnología en la vida cotidiana, favoreciendo así el bienestar emocional y mental.

¿Por qué el celular puede generar dependencia?
Los smartphones están diseñados para activar continuamente el sistema de recompensa, especialmente mediante notificaciones, música, videos breves y estímulos sociales. Este mecanismo se sostiene en la liberación de dopamina, neurotransmisor clave en la motivación y el refuerzo de conductas.
Diversos estudios lo confirman:
Montag & Walla (2021) indican que las recompensas intermitentes de las redes sociales actúan como reforzadores operantes variables, uno de los patrones más asociados a conductas adictivas.
Kuss & Griffiths (2017) señalan que el uso problemático del smartphone involucra los mismos circuitos neurobiológicos que otras adicciones conductuales.
Horvath et al. (2020) muestran que los jóvenes presentan activación del estriado ventral, área central del sistema de recompensa, al recibir notificaciones sociales.
Con el tiempo, este patrón genera una necesidad creciente de estimulación, llevando al cerebro a buscar compulsivamente el teléfono como una vía rápida de alivio y placer.
Evidencia reciente: cambios cerebrales ante la restricción del celular
El estudio más reciente y robusto sobre este tema fue realizado por Schmitgen et al. (2025) en Computers in Human Behavior. Los autores analizaron cómo una restricción de 72 horas sin smartphone modificaba la actividad cerebral durante la presentación de imágenes relacionadas con el celular.
Aumento del craving y reactividad emocional
Mayor activación en la ínsula anterior y la corteza cingulada anterior, regiones relacionadas con saliencia emocional, ansiedad anticipatoria y deseo compulsivo.
Los participantes reportaron inquietud, irritabilidad y una necesidad intensa de revisar el celular.
Activación del sistema de recompensa
Se observó aumento de actividad en:
Núcleo accumbens
Putamen
Estriado ventral
Estas áreas participan en la búsqueda de recompensas y están altamente relacionadas con el craving en adicciones conductuales (Volkow et al., 2016).
Alteraciones en el control inhibitorio
Schmitgen et al. registraron mayor demanda de actividad en la:
Corteza prefrontal dorsolateral
Corteza prefrontal ventromedial
Implica que el cerebro debe esforzarse más para inhibir el impulso de usar el celular, lo que clínicamente se traduce en:
Dificultad para concentrarse
Aumento de la impulsividad
Menor tolerancia a la espera
Relación con neurotransmisores
El estudio asoció la reactividad neural al celular con la distribución de receptores de dopamina y serotonina, involucrados en:
placer y motivación,
regulación emocional,
impulsividad y ansiedad.
Efectos psicológicos del uso excesivo del celular
El uso intensivo no solo altera el cerebro: también tiene consecuencias en la salud mental. La literatura científica identifica efectos psicológicos consistentes:
Ansiedad digital y estrés permanente
El “FOMO” (fear of missing out), descrito por Przybylski et al. (2013), se asocia a ansiedad persistente por no estar conectado.
Elhai et al. (2017) demostraron que las notificaciones constantes aumentan la activación fisiológica y la rumiación ansiosa.
Disminución de la concentración y multitarea adictiva
Rosen, Carrier & Cheever (2018) encontraron que el uso del celular durante el estudio reduce el rendimiento cognitivo hasta un 40%.
La exposición continua a estímulos rápidos deteriora la capacidad de atención sostenida.
Afectación del sueño
La luz azul inhibe la melatonina (Harvard Health, 2020).
La necesidad de revisar el teléfono antes de dormir aumenta insomnio y despertares nocturnos.
Impacto emocional
Los estudios de Twenge (2019) muestran que a mayor tiempo de pantalla, mayor probabilidad de:
tristeza,
irritabilidad,
síntomas de depresión,
baja autoestima.
Dificultad para tolerar el aburrimiento y la calma
La dependencia al estímulo inmediato genera:
baja tolerancia a la frustración,
necesidad constante de distracción,
sensación de vacío cuando no se usa el teléfono.
¿Qué ocurre a nivel conductual?
En el plano conductual, la dependencia al celular se manifiesta a través de patrones que se vuelven automáticos y difíciles de controlar. Entre los comportamientos más frecuentes se observan:
Revisión compulsiva sin un propósito claro, incluso cuando no hay notificaciones ni razones concretas para hacerlo.
Chequeo automático ante cualquier emoción incómoda, como ansiedad, aburrimiento o inquietud, utilizando el celular como vía rápida de alivio.
Evitación del silencio o de los momentos de introspección, reemplazándolos por estímulos constantes.
Sensación de “urgencia” por responder o revisar mensajes, generando tensión y disminuyendo la capacidad de esperar.
Aislamiento social en presencia física de otros, donde la atención se dirige más al dispositivo que al entorno o a las relaciones presenciales.
Todos estos patrones se refuerzan mutuamente, manteniendo el ciclo de dependencia y dificultando la regulación emocional, la concentración y la conexión real con los demás.

Recuperar el equilibrio: el rol de la intervención psicológica
La evidencia científica actual demuestra que la dependencia al celular no es un fenómeno meramente conductual, sino un proceso complejo que involucra la interacción entre el cerebro, las emociones y los hábitos cotidianos. Sin embargo, esta misma evidencia también señala que es posible revertirla mediante intervenciones adecuadas y consistentes.
Entre las estrategias más efectivas se encuentran la terapia enfocada en la regulación emocional que puede incluir el apoyo del mindfulness, ayudando a observar la experiencia interna con mayor claridad y reducir la reactividad automática frente al impulso de revisar el dispositivo (Kabat-Zinn, 2015). Asimismo, el manejo del craving a través de técnicas como urge surfing (Marlatt, 2002) ayuda a transitar el impulso sin actuarlo, fortaleciendo el autocontrol y la flexibilidad emocional.
El establecimiento de límites digitales, como horarios específicos sin pantalla, desactivación de notificaciones o tiempos de uso programado, contribuye a restaurar la autonomía y disminuir la sobreestimulación. A esto se suma el fortalecimiento del control inhibitorio, mediante ejercicios cognitivos, pausas conscientes y estrategias que favorecen la toma de decisiones más deliberadas.
Cuando la dependencia se asocia a ansiedad, impulsividad, dificultades de concentración, síntomas depresivos o uso nocturno compulsivo, la terapia psicológica individual resulta fundamental. El acompañamiento profesional permite reorganizar patrones de uso, abordar las emociones subyacentes y recuperar una relación equilibrada y saludable con la tecnología.
En conjunto, estas estrategias muestran que la dependencia al celular es un proceso modificable. Con herramientas adecuadas y un enfoque consciente, es posible restablecer el bienestar emocional, mejorar el autocontrol y desarrollar una interacción más sana con el mundo digital.


Comentarios