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La mente distraída: Un obstáculo para la felicidad





La mente humana: una herramienta poderosa

La mente humana es una herramienta poderosa, pero a menudo no somos conscientes de su funcionamiento. Se distrae fácilmente con pensamientos guiados por ansiedades básicas y necesarias para la supervivencia. El entorno que nos rodea nos proporciona estímulos, y el cerebro interpreta estos estímulos, creando creencias. A veces, esos pensamientos nos abruman, nos angustian, porque tendemos a creer que lo que nuestra mente piensa es la realidad, aun cuando sabemos que no es así. La mente se distrae del momento presente, del aquí y ahora, lo cual nos impide alcanzar el bienestar, ya que solo podemos estar bien cuando estamos presentes, independientemente de dónde estemos.

Hace más de 2.600 años, el Buda, bajo un árbol, buscando el alivio del sufrimiento, entendió que el alivio del displacer es lo que más se acerca a la felicidad. Ese día, Siddhartha Gautama, en un trance meditativo, alcanzó la Iluminación, convirtiéndose en el Buda. Esta noche de luna llena remota se recuerda como "Vesak", el día más sagrado para los seguidores del budismo. Después de que Siddhartha se escapó del refugio y de las defensas del palacio que su padre había construido para evitar que el príncipe viera la realidad, vio lo que los budistas denominan las Cuatro Señales:

  • Un hombre muy viejo

  • Un enfermo

  • Una persona muerta

  • Un monje tradicional

Al encontrarse con el sufrimiento en el mundo, Siddhartha se dio cuenta de que él mismo y sus seres queridos no eran ajenos a este dolor. Después de tres décadas de privilegios, el príncipe decidió renunciar a su vida en la realeza para encontrar una forma de escapar al sufrimiento inevitable. Su travesía es una metáfora del camino a través de las distracciones que la mente busca para satisfacer sus apegos. Solo cuando, por medio de meditación, se desprende de estos apegos, puede buscar un estado de plenitud y aceptación total: la Iluminación para los budistas.

La meditación es un camino para ser más felices. No podemos cambiar la realidad, pero sí podemos cambiar cómo nos relacionamos con ella. Calmar la mente es estar aquí, presentes, y no identificarnos con pensamientos abrumadores.

Un estudio interesante realizado por los psicólogos Matthew Killingsworth y Daniel Gilbert, de la Universidad de Harvard, revela un fenómeno inquietante sobre la relación entre la distracción mental y la felicidad. Según los investigadores, los seres humanos pasan cerca del 46,9% de su tiempo distraídos, pensando en algo que ya sucedió o que quizás nunca sucederá, o en algo distinto a lo que estamos haciendo, llenándonos de miedo, ansiedad y afectando nuestro bienestar emocional (Killingsworth & Gilbert, 2010).


Un espíritu distraído es un espíritu infeliz


El estudio, realizado con 2.250 personas, fue posible gracias a una aplicación para teléfonos inteligentes iPhone, que contactaba a los participantes de manera aleatoria para preguntarles sobre su estado de ánimo, la actividad que realizaban y si sus pensamientos estaban enfocados en esa tarea o divagaban hacia otras cosas. Los resultados mostraron que la distracción mental no solo era frecuente, sino que también estaba relacionada directamente con la tristeza de los participantes, es decir, nuestros pensamientos nos generan emociones. En palabras de los autores: "Un espíritu humano es un espíritu distraído, y un espíritu distraído es un espíritu infeliz" (Killingsworth & Gilbert, 2010, p. 932). Creo que no es solo la distracción, sino los contenidos de la distracción.

Siguiendo a Killingsworth y Gilbert (2010), la capacidad de pensar en cosas que no están ocurriendo en el presente es una habilidad cognitiva única del ser humano, pero que viene acompañada de un costo emocional significativo. El tema, además, es que a menudo, en un mundo inestable, donde la incertidumbre está más presente, estamos cargados de pensamientos amenazantes. Si bien el estudio no menciona el contenido mental, creo que permite confirmar algo: que la tendencia de la mente a divagar, o a hacerlo en cosas que no suceden o heridas del pasado, no es solo una característica del pensamiento humano, sino que tiene un impacto directo en la percepción de la felicidad y el bienestar.

La distracción mental generalmente es la causa, y consecuencia, de la tristeza. Esto subraya que nuestra experiencia de la vida no depende solo de lo que hacemos, sino también de cuán presente está nuestra mente en el momento actual.

Un dato anecdótico del estudio es que la actividad sexual fue la única en la que las personas lograron mantener su atención plena (aunque sabemos que no siempre es así). Por el contrario, durante otras actividades como el descanso, el trabajo y el uso de computadoras, la mente divagaba al menos un 30% del tiempo. Además, los participantes señalaron que las actividades más satisfactorias eran el sexo, el ejercicio físico y las conversaciones, mientras que el trabajo y el uso de dispositivos electrónicos se encontraban entre las menos placenteras (Killingsworth & Gilbert, 2010).

Los hallazgos de Killingsworth y Gilbert (2010) destacan la importancia de cultivar la atención plena y reducir la tendencia de la mente a divagar como estrategia para mejorar el bienestar emocional. La distracción mental, aunque inherente a la naturaleza humana, parece tener un costo emocional considerable, subrayando la necesidad de entrenar nuestra mente para estar más presentes en las actividades que realizamos.



Atención plena: salud, serenidad y felicidad


En Centro Rumbos realizamos talleres de mindfulness enfocados en el desarrollo de la atención plena. Estas prácticas ayudan a calmar la mente y obtener beneficios como:

  • Mejor salud física.

  • Mayor serenidad.

  • Incremento en la productividad.

  • Más felicidad.

A través de la atención plena, entrenamos nuestra mente para estar presentes y reducir las distracciones, logrando así una mayor conexión con nuestras experiencias y una mejora significativa en nuestro bienestar .


Referencias

Killingsworth, M. A., & Gilbert, D. T. (2010). A Wandering Mind Is an Unhappy Mind. Science, 330(6006), 932. https://doi.org/10.1126/science.1192439


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