¿Tics, hábitos molestos o comportamientos repetitivos difíciles de controlar? La técnica de reversión del hábito puede ayudarte
- Centro Rumbos
- 23 jun
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Muchas personas presentan tics o hábitos nerviosos como morderse las uñas, pellizcarse la piel o realizar movimientos repetitivos que resultan difíciles de controlar y generan malestar físico o emocional. Para estos casos, una alternativa eficaz es la técnica de reversión del hábito, un enfoque conductual consolidado, científicamente validado y altamente efectivo. Su efectividad aumenta cuando se integra en intervenciones más amplias como la CBIT (Intervención Conductual Integral para Tics) o la TEPR (Terapia de Exposición y Prevención de Respuesta).A través de la toma de conciencia, el entrenamiento conductual y el refuerzo positivo, esta técnica permite recuperar el control sobre la conducta, reducir la interferencia en la vida diaria y mejorar significativamente la calidad de vida.
Terapia de Reversión del Hábito: Qué es, para quién es útil y cómo funciona
La terapia de reversión del hábito (TRH) es una intervención psicológica basada en los principios cognitivo-conductuales, ampliamente utilizada en el tratamiento de tics, comportamientos repetitivos y trastornos del control de impulsos. Desarrollada por Azrin y Nunn en 1973, la TRH ha demostrado ser una técnica eficaz y estructurada, especialmente útil en el manejo de síntomas del síndrome de Tourette, tricotilomanía, onicofagia o dermatilomanía, entre otros comportamientos disruptivos que generan malestar personal y social (Azrin & Nunn, 1973; Fründt et al., 2017).

¿En qué consiste la terapia?
La TRH consta de cinco fases principales, aplicadas por psicólogos capacitados en el tratamiento de tics:
Toma de conciencia: el paciente aprende a identificar las sensaciones físicas previas a los tics (llamadas sensaciones premonitorias) y los contextos en que estos aparecen. Esto permite interrumpir el patrón automático del tic antes de su manifestación.
Respuesta incompatible: se enseña al paciente a ejecutar una conducta voluntaria, socialmente aceptable y físicamente incompatible con el tic. Por ejemplo, cerrar el puño en vez de llevar la mano a la boca. Esta respuesta debe mantenerse por al menos un minuto o hasta que desaparezca la urgencia del tic.
Relajación: dado que el estrés es un factor que exacerba los tics, se incorporan técnicas de relajación muscular, respiración profunda o mindfulness, lo que mejora la regulación emocional y reduce la activación fisiológica.
Motivación y apoyo social: se involucra a la familia u otros miembros del entorno para reforzar los avances del tratamiento y fortalecer la adherencia.
Generalización: el paciente practica las habilidades aprendidas en diferentes contextos de su vida cotidiana, para asegurar el mantenimiento de los logros y su aplicación en situaciones desafiantes.
¿Para quién es útil?
La TRH es adecuada para niños, adolescentes y adultos, sin restricciones por edad o nivel educativo. Ha sido especialmente efectiva en personas con síndrome de Tourette o trastornos de tics crónicos, donde los tics afectan significativamente su calidad de vida. Se considera una primera línea de intervención en las guías clínicas europeas para el tratamiento de estos trastornos (Szejko et al., 2022).
La TRH forma parte del enfoque más amplio conocido como CBIT (Comprehensive Behavioral Intervention for Tics), el cual incorpora además técnicas como el análisis funcional del comportamiento, la reestructuración cognitiva y estrategias contextuales para reducir la aparición de tics. A diferencia de la TRH, CBIT profundiza en los factores ambientales que mantienen el tic y propone modificaciones específicas en el hogar o el colegio (Piacentini et al., 2010).
Un enfoque complementario es la terapia de exposición y prevención de respuesta (TEPR), centrada en exponer al paciente a los estímulos que desencadenan los tics y entrenarlo para resistir la urgencia de realizar la conducta, disminuyendo la ansiedad asociada a través de la habituación.
Una terapia adecuada puede marcar la diferencia entre vivir con un problema que genera malestar constante y aprender a manejarlo de forma efectiva. Abordar los tics y hábitos nerviosos a tiempo permite no solo reducir su impacto, sino también enfrentar mejor las crisis emocionales que suelen desencadenar estas respuestas automáticas del cuerpo. Con el acompañamiento profesional, es posible recuperar el bienestar y retomar el control.
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Referencias:
Azrin, N. H., & Nunn, R. G. (1973). Habit-reversal: A method of eliminating nervous habits and tics. Behaviour Research and Therapy, 11(4), 619–628.
Piacentini, J., Woods, D. W., et al. (2010). Behavior therapy for children with Tourette disorder: a randomized controlled trial. JAMA, 303(19), 1929–1937.
Fründt, O., Woods, D., & Ganos, C. (2017). Behavioral therapy for Tourette syndrome and chronic tic disorders. Neurol Clin Pract, 7(2), 148–156.
Szejko, N., et al. (2022). European clinical guidelines for Tourette syndrome and other tic disorders-version 2.0. Part I: assessment. Eur Child Adolesc Psychiatry, 31(3), 383–402.
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