La calidad terapéutica no depende del formato: reflexiones sobre las sesiones telemáticas
- Centro Rumbos
- 2 abr
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“Es la relación la que cura”.
Como escribió Irvin D. Yalom (2002)

En los últimos años, las sesiones psicológicas telemáticas se han consolidado como una alternativa cada vez más frecuente, necesaria y válida. Aunque en un inicio generaron ciertas dudas —tanto en pacientes como en profesionales—, la experiencia clínica y la evidencia han demostrado que una buena sesión no depende del formato, sino de la calidad de la relación terapéutica que se establece.
Es común preguntarse si una videollamada puede ofrecer el mismo valor que el encuentro presencial. Y la respuesta es: sí, siempre que exista conexión humana real. Lo que sana en un proceso terapéutico no es la cercanía física, sino la calidad del vínculo y la presencia emocional del terapeuta. Como decía Carl Rogers (1961): “Lo más personal es lo más universal”. Estar presente, emocionalmente disponible y conectado con el otro, es lo que realmente transforma.
Conectarse verdaderamente con otro ser humano es un desafío en cualquier contexto. Incluso en sesiones presenciales, puede faltar sintonía si el terapeuta está distraído o emocionalmente distante. Por eso, el formato —presencial u online— no garantiza por sí solo una buena sesión. La clave está en las habilidades clínicas del profesional, como la empatía, la contención, la escucha activa, la validación emocional y la capacidad de crear un espacio seguro.
Un buen terapeuta no solo conoce teorías y técnicas, sino que también cultiva su humanidad. Sabe estar con el otro con autenticidad, sostener el dolor sin apurarse a resolverlo y acompañar sin imponer. Estas cualidades, bien desarrolladas, traspasan la pantalla y generan una experiencia terapéutica profunda.
De hecho, muchas personas han vivido procesos transformadores en sesiones online. Estar en un entorno familiar, como su hogar, puede facilitar la apertura emocional. Además, la virtualidad ha permitido mayor acceso a la atención psicológica, especialmente en zonas rurales o para quienes tienen dificultades de movilidad o tiempos ajustados.
La investigación clínica respalda esta vivencia. Un metaanálisis publicado en Journal of Anxiety Disorders (Carlbring et al., 2018) concluyó que la terapia online puede ser tan efectiva como la presencial, siempre que se mantenga una relación terapéutica de calidad. También la Asociación Americana de Psicología (APA) ha señalado que “la alianza terapéutica puede establecerse y sostenerse en contextos virtuales con iguales niveles de efectividad” (APA, 2020).
Una relación terapéutica significativa —incluso a través de una pantalla— tiene el poder de sanar heridas emocionales, resignificar experiencias y acompañar transformaciones profundas. Cuando incluye elementos como:
Empatía genuina
Autenticidad del terapeuta
Escucha activa y sin juicio
Claridad en los acuerdos
Presencia y contención emocional
…se transforma en una experiencia terapéutica potente.
Como escribió Irvin D. Yalom (2002): “Es la relación la que cura”. No es el formato lo que hace la diferencia, sino el vínculo que se construye. Y ese vínculo puede formarse —con la misma profundidad— mirando a los ojos a través de una pantalla.
No puedo estar de acuerdo con este artículo, porque hay situaciones emocionales que no pueden ser contenidas de manera telemática o reacciones que pueden escaparse de las manos. Por otra parte, como profesional creo que debe distinguirse edades de atención y patologías a las que se atiende. Generalizar de esta manera atenta contra el profesionalismo con que debe ser atendido cada caso.
Entiendo que es un artículo corto que no profundiza mas allá, pero por lo mismo debe marcar especialmente la necesidad de evaluar cada caso, y realmente preguntarse si se podrá o no llevar la terapia en ambientes virtuales.